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Testimonio de una madre de Aspace Jaén

Soy una mujer de 40 años, madre de dos niños, trabajadora dentro y fuera de casa. Hasta aquí es un perfil más o menos corriente. Pero hay algo que me hace distinta a la gran mayoría de mujeres que pueden entrar dentro de este grupo, y es el hecho de que uno de mis hijos, el más pequeño, tiene necesidades especiales. Lo llamamos así, “necesidades especiales”, porque aún no sabemos muy bien con qué nombre van a bautizar a su “problema”, a “nuestro problema”.

Nuestro problema básicamente se reduce a que nuestro hijo no hace las cosas que un niño de dos años debería hacer. ¿Por qué? Pues no lo sabemos y esa pregunta martillea nuestra cabeza a diario. Ya he pasado por la fase de culparme (¿hice algo mal durante el embarazo, tuve demasiado estrés, pude haber cuidado más mi alimentación?), por la fase de meterme en internet y rastrear todo lo rastreable sobre discapacidad, problemas del habla, etc.

También he pasado por la fase de convencer a los abuelos de que el niño tiene un “problema” y que necesitamos ayuda profesional y luchar contra sus caras de: tú estás obsesionada.
Ahora estoy en la fase de pedir SOCORRO, necesito una guía, alguien en quien confiar que me muestre el camino a seguir. No me fío ya de cualquiera. Lo que necesito no es respuesta a mis constantes preguntas ¿Por qué? ¿Qué nombre tiene esto? ¿Qué supondrá esto? ¿Cómo va a ser mi hijo de mayor?

Necesito ponerme a trabajar en ello, que alguien me diga: esto vamos a hacer porque con esto conseguiremos esto otro y así sucesivamente. El tiempo es oro para mi hijo, no quiero dar vueltas buscando métodos-milagros, quiero alguien en quien confiar.

Como madre me siento a veces frustrada por no ser psicóloga, logopeda o maestra y no tener mil herramientas para poder afrontar esto con más base de conocimientos, solo puedo leer y leer montones de artículos y todo lo que cae en mis manos. No sé hasta qué punto eso ayuda a mi hijo o solo a mí, para tener la sensación de que estoy haciendo algo, de que estoy haciendo todo lo posible. Necesito tener la certeza de que estoy haciendo todo lo posible.

Por lo pronto, he encontrado un lugar donde soy una más, ASPACE, donde mi hijo no es el peculiar, y donde por fin me han cogido de la mano y me han dicho: “esto vamos a hacer”. Es lo que necesitaba. Soy ahora mismo como una niña que necesita que alguien la coja de la mano y le diga: tranquila, todo va a salir bien, vamos a ponernos en marcha.
Y ahí es donde estoy, en marcha.

1 Comment

  1. LOLA dice:

    Mi hijo tiene 5 años y hasta los tres no nos dimos cuenta q era «distinto»…. y cuando entro en el cole comenzó la odisea…. al principio te haces todas esas preguntas… te culpas por todo y lo peor es cuando no te dan un diagnostico…. no te dicen «su enfermedad es…» ésta es la solución… !!!no!!! le mandan un montón de pruebas q no te llevan a ningún sitio y tú venga a preocuparte mas cada dia.
    Seguimos sin diagnostico solo sabemos que tiene un retraso en el desarrollo… que le cuestan mas las cosas pero avanza … a su ritmo…
    En nuestro caso los abuelos no saben nada porque para ellos no tiene nada y no quería mas frentes en los que batallar
    Nosotros llegamos a ASPACE de casualidad ningún médico nos daba unas directrices claras tuvo que ser una trabajadora de ADESLAS de Jaén las que nos hablo del centro y nos indico como llegar…. Y una vez que fuimos a las instalaciones todo fue de maravilla…. el equipo profesional y humanamente es de una calidad indescriptible. Estamos muy agradecidos
    ANIMO es muy difícil… pero bueno… es por ellos.

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