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Con amor se puede todo

Esta es mi experiencia como hermana de un paralítico cerebral.

El día que Manuel, mi hermano, llegó a casa, por supuesto, en aquellos tiempos todo era normal, quiero decir que Manolo no tenía ningún problema, todos éramos inconscientes de lo que se nos presentaba.

Lo recuerdo como si fuera ayer y hace ya 47 años, yo tenía cinco… Recuerdo como subíamos al tercer piso por las escaleras, porque vivíamos sin ascensor, visitando a todos los vecinos.  Manuel era, y es, precioso.

La parálisis cerebral se le diagnosticó, creo recordar, cuando tenía unos ocho meses más o menos. Íbamos (yo también iba muchas veces) a Sevilla (Virgen del Rocío), donde empecé a familiarizarme y conocer a mis pequeños y no tan pequeños con PC y otras patologías afines.

Sinceramente, ya me gustaba, no quería perderme la consulta cuando tocaba.

Así año tras año, y rehabilitación diaria en el Sanatorio Santa Rosalía (actual hospital San Juan Grande), donde entonces se daba la rehabilitación. Solía acompañar a mi madre, ya que mi padre trabajaba y su horario coincidía con el de la rehabilitación. Largas esperas sin saber que hacía una vez dentro, no había detalle del tratamiento que le iban dando. Pero en fin, nosotros por supuesto no dejábamos nada por ver ni hacer por el bien de Manuel.

Todo esto, como es natural, transcurría mientras yo hacía mi vida normal y corriente; mi colegio, mis amigas, salidas a la calle y al cine, pero poco más. En aquellos años era lo que había.

De esta manera, llegó la hora de plantearnos que Manolo fuera a UPACESUR. Él tendría unos doce años cuando empezó; para todos, y en particular para él, fue genial; su cole, más tarde su autobús, sus amigos, un sinfín de novedades diarias y motivaciones fabulosas, y para mi lo mismo.

Upacesur

Pasamos a otra etapa de la vida y decidí casarme, pero, por supuesto, viviendo cerca de mis padres y de Manuel. Para nosotros fue genial porque nos ayudaban en todo (juntos pero no revueltos).

Hoy tengo dos hijos que se relacionan con su tío de maravilla, y asumen la problemática en todos los aspectos.

Como es de esperar y por ley de vida, mis padres se van haciendo mayores, y ellos, por desgracia más que otros, menos capaces de afrontar el continuo trabajo y esfuerzo que hay que dedicarle a Manuel, además a estas alturas de su vida también se merecen un descanso. Así que sin más, nos ponemos de acuerdo mi marido, mis hijos y yo, y nos vamos a vivir todos juntos para poder afrontar las necesidades de Manuel, que iba creciendo.

A Dios gracias, tuve, y tengo, mucha ayuda por parte de mi familia, amigos, compañeros, y de amigas que son como hermanas, a los que doy las gracias por su apoyo.

Fue todo muy bien, ni yo misma me lo creo. Sinceramente me siento afortunada y agraciada en estos últimos años, llenos de alegrías (aunque también penas).

Ahora, Manolo pertenece a mi familia legalmente, y es feliz al igual que nosotros.

Solo puedo dar las gracias de todo corazón a todos mis compañeros, y decir que con AMOR se puede TODO.

(Charo Sánchez, familiar y profesional de UPACESUR Jerez)

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