Como en otras cuestiones de mi vida ser fisio y trabajar en Aspacehu, fue el resultado de innumerables idas y venidas, caminar haciendo círculos así como también fue consecuencia de alguna que otra decisión un tanto drástica.
Hoy después de muchos años, si echo una mirada hacia atrás puedo sentir una oleada de sincero agradecimiento hacia vosotros, las personas que he atendido desde que llegué, porque albergando la esperanza de que sintáis que os he dado lo mejor de mí, de lo que no me cabe duda es lo mucho que a mí me habéis aportado.
A menudo siguiendo la rutina de trabajo, me he sorprendido descubriendo cuantas particularidades vuestras son al mismo tiempo mías y es que vosotros sois mi espejo y también mi reflejo.
Gracias, porque me habéis enseñado que se puede ser adulto sin dejar de ser niño y que es posible vivir sin máscara ni artificio. Gracias, por recordarme cada día que no es necesario un motivo para celebrar ni para llorar y que se puede gritar de rabia sin pedir permiso. Gracias, porque trabajando con vosotros me he dado cuenta que la definición de capacidad es muchísimo más amplia de lo que describen los libros.
Hoy, cuanto más valoro vuestras capacidades , mejor distingo “ diferentes incapacitados” por el mundo, puedo observar con que frecuencia invalidamos para proteger a quien decimos querer y más soy consciente de con qué facilidad podemos llegar a creernos incapaces en algún momento de nuestra vida.
Cuando os conocí pensé que trabajar aquí me acercaría a un “colectivo”, hoy me doy cuenta que si a alguien me ha acercado, es un poquito más a mi misma.
Gracias.
(Profesional de fisioterapia de ASPACEHU)