Mi primer contacto con UPACE San Fernando fue por casualidad. Conocí a la hija de un amigo. Era la primera persona con parálisis cerebral que veía en mi vida.
Rondaba los 20 años y mis proyectos de vida iban por otro lado, sin embargo,conocí la asociación y me enamoré de todo. Era como si yo fuese una pieza más del puzle y sentía que debía quedarme para ver el dibujo final.
Así fue. A la vida se le antojó desviar mi camino del recorrido previsto y no me quedó más remedio que empezar en esta asociación en la que sigo hasta hoy. Y ya han pasado 15 años.
Recuerdo mi prestación social sustitutoria en el centro, me inventaba actividades y me fui “intoxicando” cada día más de ellos y de ellas (bendito veneno). Me decía a mí mismo:“¡qué bien te lo pasas!, pero para estar aquí hay que tener un toquecito dado, ¿no?”.
Todo lo que hacía era por ellos y por ellas. Solo quería inventar y aportar: que si una fiesta, que si tocaba la guitarra o contaba algún chiste malo para verlos sonreír. Pero empecé a comprobar que aquello era mucho más. Tenía que aprender y quería saberlo todo sobre aquellas personas: quiénes eran, porqué se habían unido esas familias, qué se proponían. Pero pasaban los días y me di cuenta de que yo también tendría que formarme, tenía miedo de fallar, de no saber y, entonces, me puse a manos a la obra.
Mi experiencia creció conforme pasaban los años. Ya entendía mejor las normas, el funcionamiento y pasé por varios centros y servicios. Primero en transporte y comedor, luego de cuidador de residencia, después de monitor con diferentes clases y, todo, lo compaginaba con las horas extras que echábamos al deporte y al ocio.
Pasaron algunos años más. A veces me costaba entender algunas cosas del funcionamiento, otras se me hacían cuesta arriba, sin embargo, siempre tenía en mi cabeza que debía formarme más para poder aportar más.
Recuerdo que, al principio, no entendía que las personas ajenas a la asociación dijeran de los trabajadores de UPACESan Fernando que éramos “especiales”. Y recuerdo que siempre les respondía que cualquiera podría trabajar allí. Sin embargo, hoy, desde mi experiencia, digo no de forma tajante.
Como poder, sí puede trabajar cualquiera siempre que tenga vocación. Porque si no se tiene,al ser un trabajo tan duro (y no me refiero a lo físico, sino más bien a lo mental), creo que se debe buscar otra vía o camino en la vida.En cuando lo entendí, descubrí que los compañeros “inadaptados” lo eran realmente porque carecían de vocación.
Si tuviera que hacer balance, gana clamorosamente todo lo positivo. He tenido la suerte de conocer, hablar y relacionarme con otros muchos profesionales con vocación e interés verdaderos. Auténticos referentes para mí y espejos en los que mirarme. Al final, aprendemos del día a día y corregimos los errores, nunca hay que quedarse escondido en una cueva y esperar a que escampe.
Mi secreto es que creo que he sabido arriesgar, experimentar, no quedarme de brazos cruzados ni caer en la monotonía del día a día.
Ha sido dar el 110 por ciento (aunque a veces no pudiera).
La recompensa al cabo de 15 años ha sido el reinventarme con cada fracaso; ver crecer a las personas que atiendo y cuido; comunicarme en idiomas insospechados; desterrar la palabra discapacidad en mi lucha por la inclusión y la normalización.
He llorado y he reído con cientos y hasta miles de anécdotas que llenarían un libro y he sido tan feliz con tan poco y contanto a la vez que sobran las palabras.
UPACE San Fernando es una razón de ser, un modo de vida.
Mi relación con las personas usuarias y sus familias es exquisita, ya me han demostrado lo que me quieren. Cuando veo los resultados no hay nada que lo pueda superar.
Lo único que espero de ellos y de ellas es que sigan siendo como son. De sus familias, más implicación y compromiso, no solo hacia sus hijos o hijas, sino también hacia los profesionales que los atienden. Y de la asociación, que mantenga la confianza y el respaldo que ha depositado en mí y que necesito hasta que me vaya.
Confío en alcanzar mis nuevos retos y objetivos y que los valores que fundamentan la asociación sean el pan de cada día de todos y todas los que formamos parte de ella.
• Dedicado a Rocío, “por ser la primera sonrisa que me atrapó”.
Raúl López de Palacio
Monitor de residencia Fundación Parálisis Cerebral San Fernando, y técnico deportivo del Club Polipace.
1 Comment
No se puede escribir un artículo con más profundidad, sinceridad y cariño. Enhorabuena Raúl!!!