Desde pequeños todos nos hacemos una idea de lo que nos gustaría ser de mayores, médicos/as, bomberos/as, abogados/as, etc.
Mi sueño desde bien pequeñita era ser profesora de Educación Infantil, tan deseado era este sueño que nunca había tenido dudas de que esto era a lo que me quería dedicar. Como nunca he sido muy buena estudiando, o al menos eso creía yo, decidí escoger el camino más “fácil» para poder ser una profesional en el ámbito de la Educación Infantil. Así que en lugar de hacer una carrera accedí a través de la formación profesional pero, para poder llegar al grado superior de Educación infantil, antes debía de hacer una grado medio de “cuidadora» y así fue como conocí ASPACE.
Algo cambió dentro de mí desde que crucé la puerta de entrada. Jamás me había sentido tan cómoda en ningún otro sitio, era un mundo completamente nuevo para mí, pero la conexión fue tan inmediata que ya tenía claro a lo que me quería dedicar el resto de mi vida.
El primer paso fue hacerme voluntaria, y tengo que confesaros que siempre había tenido una idea equivocada del voluntariado. No os imagináis todo lo que nos hace perder el miedo a lo desconocido. El voluntariado es tan variado que no hay excusa para no formar parte de él: desde acompañamiento en un día normal en el aula, pasando por terapias con perros, caballos, piscina, salidas de ocio como ir al cine, ver un teatro, ir a comer un helado, ir de colonias etc, etc.
Hace ya casi 4 años que me hice voluntaria, y hoy no podría imaginar mi vida sin formar parte de esto, son tantas las cosas que podría contaros que me daría para escribir un libro.
Cuando nos hacemos voluntarios creemos que lo hacemos para ayudar a los demás, pero esto no es así, los que más recibimos de todo esto somos nosotros. Son ellos quien nos enseñan, nos enseñan a ser felices, nos enseñan lo que es el amor, nos enseñan a valorar lo que tenemos, nos enseñan a querer y a querernos a nosotros mismos. Nos enseñan la importancia de los pequeños gestos, como un simple beso o decir un te quiero, y lo más importante es que nos enseñan a vivir siendo nosotros mismos.
Ojalá que la sociedad siga avanzando y normalizando el mundo de la discapacidad y que de aquí a unos años cuando les preguntemos a nuestros pequeños qué quieren ser de mayores… elijan ser VOLUNTARIOS.
Gracias ASPACE por dejarme formar parte de la gran familia que sois.
Raquel Gallegos. Voluntaria en ASPACE Granada