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LA DIFERENCIA ESTÁ EN TODOS

A diferencia de muchos de los profesionales que escriben para este blog, mi estancia en ACPACYS resulta breve. No obstante, en este corto periodo de apenas unos cuantos meses, la paulatina experiencia me va reforzando en la idea de que cuestiones aparentemente tenidas como secundarias, deberían ser objeto de una mayor atención de la que hasta ahora percibo se les da.

Pero empecemos por el principio. Mi labor como psicólogo se concentra, especialmente, en dar respuesta, desde un punto de vista psico-social, a las necesidades permanentes o transitorias de niños (de cero a seis años) con alguna alteración del desarrollo o en riesgo de presentarla, así como a las necesidades educativas especiales y dificultades emocionales y/o conductuales de niños y jóvenes. Rescato el término psico-social para hacer hincapié en lo relevante de intervenir en las condiciones sociales de estos niños, y no dejarse llevar por el determinismo biologicista. Al estar familiarizados con el modelo médico, donde se pone una etiqueta diagnóstica a un conglomerado de signos y síntomas, se tiende a pensar en determinadas características del menor como una condición sine qua non del mismo, limitando sus posibilidades de mejora. Y es que en la diversidad de enfermedades médicas y mentales conocidas, hay gran cantidad de indicios que aportan evidencias a favor de la enorme heterogeneidad que existe dentro muchas de las categorías diagnósticas. Sirva como ejemplo, los trastornos generalizados del desarrollo, donde existen casos de personas con enormes dificultades de aprendizaje y de adaptación al entorno, y otros, de gente que logra convertir grandes obstáculos en nimiedades, llegando incluso a vivir de un modo totalmente independiente y a ser poseedores de una nada desdeñable formación académica. Y lo mismo se podría decir de la parálisis cerebral.

Al hilo de lo mencionado, mi experiencia en ACPACYS me ha servido para acrecentar, aún más si cabe, mi total disconformidad con el uso que se le da al término discapacidad. Dicha terminología se suele vincular a la noción de anormalidad. Y es que, en mi opinión, es la sociedad la que “discapacita” a las personas, la que las diferencia del resto. Sin embargo, quienes tenemos la suerte de tratar con este colectivo, somos sabedores que la diferencia no está en ellos sino en todos. Y con esto me quiero referir a que todos, como seres biopsicosociales, tenemos particularidades que nos distinguen de los demás. Y es en este punto donde destaco que enseñando también se aprende, siendo harto complicado transmitir con palabras lo que ellos nos llegan a aportar; y que menos se convierte en más, cuando te das cuenta que las dificultades que han encontrado, según que situaciones, a su vez, ha impulsado el desarrollo de un carácter y de unas habilidades envidiables.

Finalizo esta entrada en el blog, mostrando mi orgullo de formar parte de esta pequeña y, a la vez, gran familia que conforma ACPACYS, así como agradeciendo la oportunidad que se me brinda de dar cabida a esta reflexión.

Ramón Clavijo Sacaluga – Psicólogo Infanto-Juvenil de ACPACYS

1 Comment

  1. Isabel dice:

    Enhorabuena por esta entrada. Fantástica reflexión. Gracias por tu empeño y profesionalidad.

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